martes, 16 de noviembre de 2010

Rescate

La pava no podía estar así, me resultaba doloroso. Era hermosa... fue amor a primera vista, plateada con detalles en dorado. Alguna vez brillaste, en algún estante y eras nueva, sin esfuerzo lo imaginaba. Languidecías, él no sabía tenerte, no te merecía. Veía cada mancha como una afrenta, imaginaba las espurias sustancias con las que te había salpicado: grasa de chancho, tuco, aceite hirviendo, manteca, fernet, azúcar, harina, cerveza, huevos, polvo de hornear, margarina, sal, liquido de frenos, alcohol,semen. Imaginaba el oprobio, tu lenta agonía sobre esa hornalla y el fuego de la hornalla a máxima potencia horadando tu delicada superficie. ¡Canalla, cretino, sucio, ruin!. No te merece, no te merece, no te merece.
Lo miré dulcemente: que espere aquel beso que nunca tendrá. Deslice en la conversación "que linda pava". El gordo ruin, pensó que era un halago, que solapadamente al elogiar la pava lo elogiaba, elogiando su falo: repulsivo y egocéntrico. Todo mal con vos.
Si hubieses sabido lo que sentía por esa pava -veía su historia y su viaje, sentía su pesar- te habrías puesto celoso. Tenía que rescatarla, tenía que salvarla de su destino, tenía que restaurarla. Estábamos abrazadas y con ternura cubría su superficie con cif, con un paño húmedo fregaba; luego brillo metal y ni recién salida de la linea de montaje hubiese estado mas bella. Él era lo único que impedía nuestro idilio y la mejor manera de saltar un obstáculo es destruirlo.
Me alejaba de su casa, pava en mano.

1 comentario:

Pisa dijo...

Buenísimo che, gran rescate viejo!

De a pco voy a ir leyendo todo.

Lindo lindo