viernes, 5 de agosto de 2011

Mientras en otros lugares los jóvenes tiran piedras, acá cantan el himno.

El ruido de un árbol que cae en el bosque cuando nadie lo oye.
Un castillo inmenso, sus paredes recubiertas de finas láminas de oro pulídas al punto de convertirse en espejos dorados, construído integramente de mármol, con aire acondicionado en todas sus habitaciones, microcine, pileta y toda la bola... Nadie lo vió jamás salvo sus constructores. Hoy está vacío.
Un autor escribe miles de palabras que cree nuevas. No publica jamás. Muere. Sus herederos queman esos papeles heréticos como si allí estuviese la perdición del tío.
Un beso que te dí hace mucho tiempo.

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